En muchas situaciones de violencia de género, una de las medidas de protección más comunes es la imposición de una orden de alejamiento. Esta medida busca proteger a la víctima de posibles agresiones por parte del agresor, estableciendo una distancia mínima que este último debe mantener con la persona afectada. Sin embargo, en ocasiones, la propia víctima puede incurrir en la acción de quebrantar la orden de alejamiento, lo que genera un escenario complejo y peligroso.
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